El cerebro de un país
Pörksen: Usted ha dejado muy en claro que la actividad política – la retórica vanguardista, la idea de cambiar el mundo, ese componente esencialmente misionero, etc. – no va con usted. Sin embargo, si estoy bien informado, sus ideas indudablemente tuvieron influencia política. Bajo Allende, el chileno Fernando Flores, de tan sólo 26 años, fue nombrado ministro de economía y hacienda y luego designado vocero oficial del gobierno. Flores invitó al cibernético y consultor de management Stafford Beer a Santiago y juntos concibieron el proyecto Cybersyn, para el registro, dirección y planificación centralizada de la producción industrial. Se pensaba en algún sistema de alarma que pudiese detectar tempranamente los cambios en la producción, lo que permitirla generar las reacciones adecuadas. La idea clave de Beer, que también escribió el prólogo para uno de sus libros, consistía en considerar toda la economía como una especie de sistema nervioso e instalar un centro de observación donde convergerían y serían registrados todos los datos económicamente relevantes. ¿Usted piensa que influenció a Stafford Beer y a Fernando Flores?
Maturana: No, tan así no se puede decir. Fernando Flores se orientó fuertemente por el libro de Stafford Beer, The Brain of the Firm. Cuando Beer visitó Chile por primera vez en 1972, pidió tener un encuentro con el cibernético chileno Humberto Maturana. Nadie tenía ni la más remota idea de quién podía ser ese Maturana que el gran Stafford Beer quería conocer. Finalmente lograron ubicarme y me invitaron.
Pörksen: El sistema de programa que se diseñó provocó fuertes críticas, siendo calificado de sueño precoz de planificación y control socialista. Todo el concepto de ese sistema de información de inspiración cibernética era por lo visto rigurosamente centralista y finalmente sirvió para contrarrestar una huelga de transportistas: camiones nuevos fueron entregados antes de tiempo y conducidos por estudiantes.
Maturana: Ese no era el objetivo del proyecto y con seguridad tampoco la intención de Stafford Beer. Fue Fernando Flores quien quería aplicar The Brain of the Firm a nivel de todo un país. Invitó a Stafford Beer para apoyar a los ingenieros a cargo del proyecto y para familiarizarlos con la cibernética. De hecho, y gracias a su esfuerzo, en muchos lugares del país la producción era supervisada en tiempo real, confluyendo los datos en una así llamada sala de control. La idea era desarrollar los modelos matemáticos necesarios para hacer cálculos remotos de desarrollos que recién se estaban insinuando, lo que daría la posibilidad de reaccionar instantáneamente ante cualquier eventualidad, problema o cambio, sin tener que esperar meses hasta poder tomar las decisiones necesarias y ajustar los programas de acción correspondientes. Esa era la intención de Stafford Beer. Quería establecer un sistema de gestión centralizado, pero no un instrumento de control. Para él, lo central no era la idea del control, aunque sí puede haberlo sido para Fernando Flores. Pero esa sala de control, según decía Heinz von Foerster quien también visitó Chile en aquel tiempo, en realidad no era una verdadera sala de control porque no había capacidad de procesamiento de datos ni existía la posibilidad de probar distintas situaciones en sus más diversas variantes en forma modélica.
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