III. EXPERIENCIA DE DICTADURA

El origen de los puntos ciegos

Pörksen: El proyecto Cybercyn y los planes del socialista Salvador Allende tuvieron su sangriento final el 11 de septiembre de 1973. A las dos de la tarde de ese día, soldados del golpista Pinochet (que gobernaría largos años como dictador) tomaron el palacio presidencial, y al anochecer Allende estaba muerto y Fernando Flores camino a una prisión cerca de Tierra del Fuego. Inmediatamente después del golpe, muchos miembros de la universidad huyeron del país o emigraron a los Estados Unidos o a Europa. ¿Qué hizo usted?

Maturana: El mismo día del golpe llamé a mi amigo Heinz von Foerster y le pedí que me ayudara a salir del país con mi familia. La situación era amenazante: muchas personas de repente se encontraban perseguidas, se podían ver muertos en las calles, habla detenciones y toque de queda. Soldados aparecieron en las universidades. Heinz von Foerster trató de conseguirme una invitación de una universidad norteamericana. Sin embargo, demostró ser todo menos fácil. Yo era considerado un disidente en el mundo científico porque hablaba de un sistema nervioso cerrado en un momento en que todos sabían que sin duda se trataba de un sistema abierto. Era conocido, pero de ninguna manera pertenecía al mainstream. Por lo tanto, no es de sorprender que a pesar de los esfuerzos de Heinz von Foerster, al principio nadie quería tomarme; tampoco la universidad de Illinois se mostró interesada. Diez días después logró interesar en mi trabajo a un neurofisiólogo de Nueva York, pero yo ya habla decidido quedarme en Chile.

Pörksen: ¿Cómo Llegó a esa decisión? Porque hubo todo un éxodo de inteligencia, una huida ante la amenaza de represión y tortura. Decenas de miles de chilenos salieron del país, y la oposición se vio expuesta a una persecución implacable que costó la vida a 3.000 personas.

Maturana: Hubo distintas razones que me motivaron para quedarme. Mi primer pensamiento fue: "si todas las personas con ideas democráticas abandonan el país, pronto ya no habrá memoria de una cultura democrática y de otra época distinta y mejor". Visto así, toda persona un poco mayor era un tesoro viviente. Después me preocupó el destino del gran número de estudiantes que erraban solos y estupefactos por la universidad, ya que muchos profesores se habían exiliado o se mantenían ocultos, o ya estaban presos. Con algunos, sin embargo, me encontré un día en la universidad, cerramos una especie de pacto y decidimos permanecer en Chile. Ese pacto no lo rompí. Seguí trabajando en mi universidad como un académico con mentalidad democrática, porque me sentía responsable de los estudiantes y de mi país.

Pörksen: Una vez escribió que también existió el motivo de entender la esencia de una dictadura.

Maturana: Cierto, aunque suene un poco loco. Pero de verdad quería saber lo que significaba vivir en una dictadura. Quería entender a los alemanes y especialmente la vida de mi amigo Heinz von Foerster, que sobrevivió la época nazi gracias a sus conocimientos de sistemas. Una vez me dijo: "Mientras más diferenciado es un sistema, mayor es la posibilidad de burlarlo". Y me preguntaba: ¡Será posible observar cómo uno enceguece poco a poco en un sistema dictatorial? ¿Cuáles son las causas de esta pérdida de la percepción? Si uno está advertido y conoce los riesgos de una ceguera por causas ideológicas, ¿puede evitarla y mantener la capacidad de ver y percibir? Porque entre los objetivos de un dictador está el de despojar a las personas de la posibilidad de seguir siendo o de llegar a ser observadores de su medio, quitándoles así toda oportunidad de cambiar esas circunstancias y de transformarlas de acuerdo con sus propios deseos.

Pörksen: Quería entender la epistemología de la ideología.

Maturana: Sí, podría decirse así. Cuando innumerables alemanes afirmaron después de la guerra que no se habían enterado de los horrores de la dictadura nazi, estaba convencido de que no todos mentían. Quizás algunos simplemente no estaban en condiciones de tolerar la horrible verdad. Y me preguntaba ¿qué pasó con ellos y su psiquis? ¿Cómo se vive cuando hay que existir bajo una dictadura que hace difícil mantenerse al margen? ¡En qué medida uno enceguece aunque decididamente no quiera? ¿Uno deja de enceguecer porque sabe que podría enceguecer? Y ¿cómo y de qué manera se produce la ceguera?

Pörksen: ¿Qué observaciones hizo?

Maturana: Nadie está en todas partes; con el toque de queda le quitas a una persona la posibilidad de ver ciertas cosas. Uno no está ahí cuando asesinan a alguien en su calle durante la noche; no ve el cadáver, todo sucede tras bambalinas. Y quizás, cuando en la mañana sales de tu casa, no creerás los rumores y relatos: pero si no se ve nada, ¡ni siquiera un poquito de sangre! Y lo sucedido es negado y desmentido sistemáticamente por los responsables. Y es posible que uno se diga que los soldados también son humanos y que ningún humano podría actuar con tanta bestialidad. Los supuestos humanistas son por ende la causa de la ceguera: lo protegen a uno del horror, le permiten mantener la fe en el otro ser humano. Y por último, la nueva situación en una dictadura tiene ventajas muy concretas para algunos: de repente están disponibles ciertos trabajos porque otros tuvieron que dejarlos y huir.

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