V. CÓMO SE ENFRENTAN SISTEMAS CERRADOS
Interacciones improbables
Pörksen: Profesor Maturana, hace una semana que nos reunimos diariamente para esta entrevista; a veces en su casa, otras en las dependencias de la Universidad de Chile, a menudo también en su Instituto que acaba de fundar en Santiago. ¿Qué está pasando aquí? En la terminología que presentó hasta ahora, tendríamos que decir que un observador individual sometido al determinismo estructural con un sistema nervioso cerrado se encuentra con otro observador determinado estructuralmente con un sistema nervioso cerrado. ¿Cómo es posible? ¿Cómo pueden dos sistemas cerrados — un epistemólogo de Chile y un periodista de Alemania — encontrarse en esta inmensa ciudad de Santiago para hacer una entrevista? ¿Por qué no nos perdemos constantemente? ¿Por qué parece que todo está resultando?
Maturana: La razón está en que nuestros encuentros se realizan en un dominio de interacciones que es distinto del dominio operacional de nuestro sistema nervioso[C1]. Cuando nos llamamos por teléfono y nos juntamos, actuamos como organismos, como totalidades en un nivel relacional. Nuestros encuentros no se realizan a nivel de las operaciones internas del sistema nervioso, evidentemente no es ese nuestro lugar de encuentro.
Pörksen: Pero hasta el momento hemos hablado únicamente de sistemas aislados. Por eso es natural pensar que podríamos tener malentendidos o desencuentros a cada rato, o por lo menos molestarnos por la conducta autónoma del otro, regida por su propia legalidad. Pero no es así. ¿Cómo es posible trascender
esta soledad? ¿Cómo nosotros – como sistemas cerrados que somos – podemos conversar e incluso escribir un libro entre los dos?
Maturana: Como seres humanos y mamíferos que somos, tenemos la característica que sentimos placer en la compañía de otro; nos gustan las conversaciones y actividades comunes, y por eso en nuestra vida cotidiana siempre volvemos a estas formas agradables de convivencia. En el dominio de las interacciones, el hecho de que ambos somos sistemas cerrados no importa; si bien permanecemos solitarios en nuestro interior, creamos un dominio conjunto en el cual tienen lugar nuestros encuentros. Nuestras conversaciones se realizan en el devenir de nuestras interacciones y con eso en un dominio que debe ser distinguido de nuestro interior[C2].
Pörksen: Por un lado dice que somos sistemas cerrados en una esfera de soledad insuperable, por el otro lado nos encontramos, hacemos planes comunes, ¿cómo conjuga eso si las dos posturas se contradicen?
Maturana: No, la supuesta contradicción es producto de un error conceptual. Este error se produce cuando se mezclan dos conceptos que hay que mantener aparte, tratando de vincular directamente el operar interno del sistema nervioso con lo que pasa en el dominio relacional. Pero eso no funciona, ya que hay que mirar a ambos dominios por separado; lo cerrado del sistema nervioso y el hecho que nos pongamos de acuerdo no se contradicen para nada.
Pörksen: No entiendo. Porque para ponerse de acuerdo con otro, el sistema originalmente cerrado tiene que abrirse, por así decirlo, estar en modo de recepción, hacerse permeable, entrar en resonancia. Si permanece cerrado no pasa nada.
Maturana: Una pequeña analogía: supongamos que usted se compra zapatos nuevos y empieza a usarlos muy seguido.
Después de un año, sus pies y el estado de su calzado ya no serán los mismos, habrán cambiado inevitablemente; los zapatos le quedarán mucho más cómodos, pero no por eso se habrán mezclado con sus pies, sino que pies y zapatos seguirán existiendo como entidades separadas y cerradas con bordes claramente detectables, y de ninguna manera permeables entre ellos. La comodidad que resulta del uso constante no se debe a que los sistemas se hayan abierto, simplemente pertenecen a otro dominio.
Pörksen: ¿Podría seguir hilvanando esta analogía para explicar aún más la interacción?
Maturana: Lo central es que pie y zapato, para seguir con este ejemplo muy cotidiano, poseen una estructura plástica, variable. Se transforman dependiendo de interacciones recurrentes y recursivas. Y precisamente por eso pie y zapato, con el correr del tiempo, pueden transformarse en conjunto y mutuamente compatibles. Aumenta el grado de congruencia. Sin embargo, esta adaptación recíproca presupone que uno use los zapatos con cierta regularidad y frecuencia, y se produzca una sensación de comodidad que lo motive a seguir usándolos. Ahora, yo afirmo que con este modelo no sólo es posible describir la interacción entre pie y zapato, sino también entre seres humanos y otros seres vivos. Las transformaciones congruentes son – ese es todo el secreto – el simple resultado de interacciones sistémicas recurrentes o recursivas. Estas interacciones gatillan cambios estructurales recíprocos pero conservan la organización del sistema.
Pörksen: Lo que tenemos aquí es una teoría de la interacción que no contradice la autonomía fundamental de los sistemas y rechaza necesariamente cualquier reduccionismo: el que mantiene rigurosamente separados los distintos dominios y los fenómenos que en ellos ocurren, ya no podrá, si le entendí bien, seguir jugando el juego reduccionista de en el fondo, esto no es nada más que aquello.
Maturana: Exactamente. Y de repente resulta posible percibir fenómenos que no ocurren al interior de un sistema, sino que en el dominio relacional, aunque por supuesto no son independientes de las características internas de los sistemas interactuantes. Basta con mirar el micrófono que está grabando nuestras conversaciones: está en la mesa o mejor dicho en el mantel. Cuando lo guarde esta noche, ambos podremos observar una leve marca en el mantel que interpretaremos como resultado de su interacción. La pequeña hendidura en el mantel no es característica interna del micrófono ni del mantel, aunque por supuesto depende de las características de ambos, y no obstante pertenece al dominio relacional. Aplicado a los sistemas vivos, esto significa que el sistema nervioso y el organismo completo pueden ser cerrados, pero si éste posee una estructura plástica variable en el curso de las interacciones, puede desplegarse una historia relacional que no se solapa con la dinámica interna del sistema nervioso o del organismo (y a la inversa).
Acoplamiento estructural
Pörksen: ¿Cómo describiría en su terminología lo que está pasando entre nosotros? ¿Qué sucede cuando nos encontramos, dialogamos y concertamos otra entrevista para seguir conversando?
Fig. 7: Esta figura muestra cómo un sistema vivo se transforma en las distintas fases de su historia mediante interacciones con su medio. La realización de la vida ocurre en las interacciones del organismo con su medio en un devenir espontáneo de cambios estructurales en las que organismo y medio van transformándose congruentemente mientras el organismo logre mantener su organización y adaptación al medio a lo largo de todos los cambios estructurales. Esta dinámica de congruencia estructural, que une de esta forma a organismo y medio, aquí recibe el nombre de acoplamiento estructural.
Maturana: En mi terminología diría que las interacciones recurrentes y recursivas producen un acoplamiento estructural. Con este concepto designo una historia de cambios estructurales recíprocos que posibilita que surja un dominio consensuado, un dominio conductual de interacciones engranadas y consensuadas de dos organismos con plasticidad estructural[C3]. Relacionándolo ahora con nuestra entrevista: nos juntamos una y otra vez, y nos encontramos no sólo en una interacción recurrente, o sea repetitiva, sino que también recursiva. Los diálogos sirven de base para los próximos diálogos, por lo tanto, los elementos de nuestras conversaciones se refieren a sí mismos y van construyendo unos sobre otros, y eso es lo que se llama recursión. Nuestras sesiones gatillan en cada uno de nosotros cambios estructurales que ocurrirán mientras mantengamos una congruencia dinámica que Lleve a un acoplamiento estructural. Un acoplamiento estructural está dado cuando las estructuras de dos sistemas estructuralmente plásticos se modifican debido a interacciones recurrentes, sin que por eso se destruya la identidad de los sistemas interactuantes. En el devenir de un acoplamiento de este tipo se forma un dominio consensuado, es decir, como ya dije, un dominio conductual en el cual actuamos conjuntamente y en consenso mutuo. Los cambios de estado de los sistemas acoplados están concertados en secuencias engranadas.
Pörksen: Estas tres conceptualizaciones – interacción recursiva y recurrente, acoplamiento estructural y dominio consensuado – contienen respuestas y soluciones. Pero, ¿qué problema resuelven? ¿A qué pregunta son una respuesta?
Fig. 8: La figura muestra dos sistemas vivos y su interacción en su medio.
Maturana: Entiendo estos conceptos como los elementos de una respuesta que pertenece a la siguiente pregunta: ¿Cómo nosotros, sistemas cerrados y determinados estructuralmente, somos capaces de interactuar armónicamente? Ya que todos los sistemas son determinados por su estructura, no puede un agente externo determinar lo que sucede en ellos: si bien el cambio es gatillado por el agente perturbador, es determinado por la estructura del sistema perturbado. Interacciones instructivas son completamente imposibles. Una acción exterior puede llevar a que un sistema se liquide, o sea pierda su organización, o puede ser que los sistemas — debido a un cambio estructural — ya no sigan en contacto, o bien que sigan interactuando manteniendo alguna forma de relación y conservando su organización. Esta última variante de interacción es la que aquí nos interesa.
Pörksen: ¿Cuál es la base de un encuentro de este tipo, de un contacto continuo entre sistemas?
Maturana: Tiene que haber una congruencia estructural. Tomando nuevamente un ejemplo cotidiano: si alguien quiere entrar a una pieza cerrada sin destrozar la puerta o romper la cerradura, necesita la llave correcta. La llave y la cerradura necesariamente tienen que tener, así lo formularía yo, una estructura congruente.
Pörksen: ¿Esta es la respuesta a la pregunta de cómo entrar a una pieza cerrada? Entonces el lema seria: ¡Encuentra la llave precisa!
Maturana: De lo que se trata es de una relación especial entre cerradura y llave, que en este caso es el resultado de una producción planificada: alguien fabricó la llave y la cerradura de esta manera. Pero si por ejemplo se conocen un hombre y una mujer que se enamoran después de haber tenido muchos encuentros irrelevantes con otras personas, sucede algo muy parecido a la analogía de la llave y la cerradura: se miran, y siguen juntos. Su estructura, especialmente congruente, les permite gozar de su compartía; es el resultado de la evolución que comenzó hace billones de artos.
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