PREFACIO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA

Mi presente:

La matriz biológica de la existencia humana

El vivir ocurre como un presente en continuo cambio. El cosmos ocurre como un presente en continuo cambio. En nuestro vivir explicativo los seres humanos hemos inventado la noción de pasado como un ámbito generativo de nuestro presente humano y cósmico usando para ello las coherencias del operar del presente de nuestro vivir. Así, el pasado es un modo de vivir nuestro presente. Al mismo tiempo hemos inventado el futuro como un ámbito de posibilidades de transformación de nuestro presente a partir de las coherencias operacionales de nuestro vivir en el presente. El futuro es también un modo de vivir nuestro presente. Y así vivimos los seres humanos: en un presente cambiante continuo que emerge en nuestro vivenciarlo como el entre juego de un pasado que hemos inventado para explicarlo como una memoria que es a la vez el fundamento y el referente de ese vivenciar, y un futuro inventado como un suceder posible que sin ser también lo modula. En fin, nuestro presente es nuestro vivir en la sensorialidad de un tránsito reflexivo que permite construir un pasado o un futuro, o ambos. El presente es evanescente y aunque en cada instante lo vivenciamos como un aquí y ahora sólo podemos referirnos a 61 en un acto de memoria que si no se dice no está. Y es precisamente por esto, por lo que quiero ahora hablar de mi presente.

Tengo setenta y seis años cumplidos. En el año 2000 fundamos con mi colega Ximena Dávila Yáñez un pequeño Instituto para dar formación en el entendimiento de la matriz biológica de la existencia humana desde la comprensión de la biología del conocer y la biología del amar. Una noción, un concepto, tiene presencia sólo cuando uno se hace cargo de las consecuencias que su aceptación trae para el propio vivir en la reflexión y el hacer en el presente. A mediados del año 1999 Ximena Dávila me dijo: "Doctor, he hecho un descubrimiento, el dolor por el que se pide ayuda en el ámbito relacional en nuestro presente cultural, surge siempre de la negación sistemática y recursiva a que nos somete la cultura patriarcal-matriarcal en que vivimos. Vivimos en una cultura que está centrada en relaciones de autoridad y sometimiento, desconfianza y control que, aún cuando actuemos ubicados en una posición de autoridad, nos niega de manera recursiva y nos empuja a un vivir sin respeto por nosotros mismos que eventualmente nos enferma". Y me dijo también, al contestar mis preguntas, que las personas que la consultaban le mostraban desde su propio actuar y conversarla matriz relacional cultural en que ellas, sin saberlo, se encontraban inmersas, y me dijo también que ellas mis mas le mostraban, nuevamente sin saberlo, el entrelazamiento dinámico de la biología del conocer y la biología del amar que constituía la posibilidad de salir de esa trampa cultural. Y fue en el curso de estas conversaciones que creamos la noción de matriz biológica de la existencia humana como síntesis y expresión del entendimiento de la matriz relacional y operacional en que surge, se realiza y conserva el vivir humano. Luego, en el encanto de esa visión, y pensando que el entendimiento de lo humano en la comprensión de su naturaleza biológica como ser primariamente amoroso constituía una oportunidad para recuperar la conciencia de que los seres humanos somos biológica y cognitivamente parte de la biosfera, nos pareció oportuno crear el Instituto Matríztico como un ámbito de formación en el entendimiento biológico y cultural de lo humano a través de entregar formación en la matriz biológica de la existencia humana. En el vivenciar de nuestro vivir y preguntarnos por él, nos encontramos con que al hacer esa pregunta aparecemos nosotros mismos, no con algo externo o distinto de nosotros, sino como la sensorialidad intima de nuestra propia distinción. Los seres humanos surgimos como todo en nuestra distinción, si no nos preguntamos por nosotros en una mirada reflexiva no somos, pero al surgir en esa mirada surge con nosotros nuestra posibilidad de explicar nuestro vivir con nuestro vivir como una matriz relaciona) y operacional en las coherencias relacionales y operacionales de nuestro vivir y convivir.

Al hablar del Instituto de matriz biológica de la existencia humana, hablamos desde y en nuestro entendimiento de la trama relacional y operacional de nuestro vivir humano, evocando la comprensión de cómo surgen desde nuestro vivir y con nuestro vivir todas las dimensiones de nuestro hacer y sentir de seres biológicos amorosos y reflexivos generadores de los mundos que viven. Los seres vivos en general, y los seres humanos en particular, existimos como parte integral de una matriz relacional y operacional que surge con nuestro vivir como nuestro ámbito de ser y de explicar nuestro hacer y nuestro vivir. En este nuestro existir los seres humanos somos, querámoslo o no, el centro cognitivo del cosmos que surge con nosotros en nuestro explicar nuestro propio existir.

Cada vez que miramos o distinguimos algo, y al verlo lo reconocemos dándole un nombre, o lo manipulamos de un modo u otro de manera que hace sentido, lo hacemos implicando con nuestra reflexión y con nuestro operar una trama de relaciones y operaciones que hace posible y da sentido a lo distinguido como lo que hemos distinguido. La biología del conocer, de cuyo entendimiento abre la mirada que ve la matriz biológica de la existencia humana nos muestra que todo lo que vivimos lo vivimos como válido en el instante de vivirlo, de modo que no sabemos ni podemos saber si lo que vivimos como válido en el momento de vivirlo, lo trataremos más tarde como una ilusión o una percepción al compararlo con otra experiencia que aceptamos como válida. O, lo que es lo mismo, no tenemos cómo hacer referencia con sentido a algo que podríamos considerar como independiente de nuestro hacer pues lo distinguido surge en nuestro distinguirlo. En estas circunstancias, ¿qué revela la mirada de Ximena Dávila cuando dice que las personas que la consultan le muestran con su propio actuar y conversar la matriz relacional cultural en que ellas, sin saberlo, se encuentran inmersas, y que ellas le muestran también al mismo tiempo y sin saberlo, el entrelazamiento dinámico de la biología del conocer y la biología del amar que constituye su posibilidad de salir del hoyo cultural en que se encuentran?, ¿qué estaríamos diciendo, ella y yo, al hablar de la matriz biológica de la existencia humana? Si al vivir lo que vivimos lo vivimos como si fuese válido, sin jamás saber en el instante de vivir lo que vivimos si más tarde lo trataremos o no como una ilusión o una percepción, ¿qué nos revela, o qué sentido tiene la distinción de la matriz biológica de la existencia humana?

Vivimos nuestro vivir como un vivir coherente confiando implícitamente en que las coherencias del vivir que vivimos se conservarán, desde y en nuestro ser biológico, como fundamento del fluir de nuestro vivir, y lo hacemos confiando también implícitamente, en que la matriz relacional y operacional en que se da lo que se vive se conservará como una matriz relacional en la que seguirá dándose nuestro vivir cualquiera sea en cada instante su carácter particular. Los seres vivos vivimos en un presente que emerge continuamente de la nada, y que un observador puede ver como un trasfondo de preexistencia que gula el surgir del vivir. Pero sabemos también que hablar así sólo tendría un sentido metafórico si no pudiésemos explicar cómo ocurre desde la dinámica de nuestro propio vivir. Cuando Ximena habló de la matriz relacional que aparecía revelada en la conducta y el reflexionar de quienes la consultaban, yo pensé, que sí, que así tiene que ser. Sin embargo, al pensar y conversar con ella me di cuenta de que ella no se refería a la distinción de algo obvio que estaba allí para ser visto por cualquiera, sino que su ver revelaba algo más básico, esto es, la trama relacional biológica y cultural en que ocurre y fluye el quehacer del vivir humano como un ámbito de convivir. Así, juntos nos dimos cuenta de que lo que ella habla visto era la trama relacional del operar entrelazado de la biología del conocer y la biología del amar que constituye la matriz operacional y relacional en que se desliza el surgimiento, realización y conservación de lo humano en el de venir evolutivo.

Esa matriz operacional y relacional, sin embargo, no existe desde sí o por sí misma con independencia de nuestro distinguirla, sino que surge con nuestro operar al hacer distinciones sobre nuestro propio operar en nuestro vivir y convivir. No podemos hablar de nada externo a nuestro vivir y convivir, porque todo lo que hablamos surge en las coordinaciones de coordinaciones de haceres y emociones en nuestro operar en nuestro con vivir en el lenguajear. Así, lo que distinguimos en nuestro operar como observadores en el fluir de nuestro vivir y convivir son configuraciones relacionales y operacionales que ocurren en nuestro convivir. Y en esta distinción, en este mirar nuestro fluir reflexivo en el continuo presente de nuestro convivir humano, vemos que las circunstancias de nuestro vivir también se transforman, y lo hace de manera congruente con nuestra propia transformación individual. Y por esto, si aún miramos más, nos daremos cuenta de que el resultado espontáneo e inevitable de esa transformación congruente del ser humano y su circunstancia será que en ese fluir de transformaciones necesariamente surgirán el ser humano y su circunstancia como nodos operacionales que implican sendas matrices relacionales dinámicas que cambian con el fluir del vivir. Y nos daremos cuenta también de que si aprendemos a mirar podremos ver esas tramas o matrices relacionales como reveladoras del fluir del vivir de los seres involucrados en la medida en que no surjan procesos o teorías intercurrentes independientes que las transformen o cambien nuestro mirar. De hecho, el observador se da cuenta de que lo dicho es válido para todo lo que él o ella distingue, y se da cuenta también de que lo que distingue, sea esto lo que fuere, surge en su distinción implicando tanto la trama de relaciones que lo constituyen así como la trama de relaciones que constituye a la circunstancia en que surge, como un ámbito implícito de entrelazamientos operacionales que hacen un pasado histórico explicativo o un futuro como una red de devenires posibles.

La comprensión de lo que ocurre en la continua transformación del vivir de un ser humano en relación con la transformación congruente de las circunstancias de su vivir, no depende de ningún supuesto ontológico, y no implica referencia alguna a una supuesta realidad trascendente ya que sólo se funda en las abstracciones de las coherencias operacionales que el observador hace de su propio operar en el fluir de su vivir y convivir. El observador explica su vivir con su vivir desde el encontrarse con que el vivir no es un ocurrir caótico sino que un suceder regular y conservador de las regularidades del ocurrir de los procesos que lo constituyen y le dan origen. La noción de la matriz biológica de la existencia humana, por lo tanto, no se refiere a algo supuestamente real trascendente, sino que al entendimiento de la trama operacional en que se da el existir humano como un vivir y convivir que lleva a la comprensión del vivir y del surgimiento de la comprensión de las coherencias operacionales del vivir humano que generan el cosmos como el ámbito operacional explicativo del vivir humano. En estas circunstancias mi presente reflexivo desde que Ximena Dávila y yo creamos el Instituto de Formación Matríztica está orientado al ámbito de la comprensión biológica y cultural de los mundos que generamos como matrices o tramas relacionales que penetran todas las dimensiones de nuestro vivir biológico y cultural humano.

Este es mi presente: el pensar en las tramas relacionales y operacionales en que se da todo el vivir humano biológico y cultural como una ampliación de mi comprensión de la biología del conocer que surgió en una conversación reflexiva con Ximena Dávila que yo no habla hecho ni podía hacer solo. Así, todo lo que este pequeño libro contiene es parte de la historia de mi vivir hasta el año 2001, momento en que tuvieron lugar las conversaciones que contiene. Esa historia abrió espacio a la posibilidad de explicar nuestro hacer con nuestro hacer en la trama relacional y operacional fundamental del vivir que llamamos matriz biológica de la existencia humana, pero no contiene la ampliación de mi entendimiento de la biología del conocer y la biología del amar en el ámbito cultural que surge en mis conversaciones y colaboración en el Instituto con Ximena desde el año 2000 adelante.

FIGURAS

En el texto del libro hay dos figuras que tienen que ver con esto, las Fig. 2 y 3. La Fig. 2 (pag. 19) evoca la dinámica relacional y operacional como una fórmula reflexiva que explica el surgimiento del observador y el observar como un modo de vivir y que he llamado ontología del observar. El observador no es un ente en sí, aparece en la distinción reflexiva del operar del ser humano en el lenguajear al distinguir su propio operar en el observar. El observar surge como el dominio de realidad en el opera del ser humano en el lenguajear en el explicar el operar del observar con las coherencias operacionales del vivir y convivir en el observar, en el que surgen los entes que distinguimos como entes Interobjetivos constituidos en el operar del observar. Esto se evoca con la flecha que surge en el ámbito de las múltiples realidades del operar en la objetividad en paréntesis, y que da la vuelta para conectarse con la línea del explicar. Por esto llamo a esta figura el diagrama de la ontología del observar. Esta figura tiene que ver con la historia de mí pensar hasta antes de la creación del Instituto Matríztico y el desarrollo con Ximena Dávila de la noción y entendimiento de la Matriz Biológica de la Existencia Humana.

La Fig. 3 (pag. 25), tiene que ver con mi presente. En esta figura hay otra flecha que sale como una de las múltiples realidades y que después de dar una vuelta completa alrededor del diagrama se conecta con la Línea vertical que evoca el explicar. Esta figura pretende evocar la conciencia del entendimiento global del operar del observar del observador que se hace cargo de la matriz relacional y operacional en que se da la existencia humana. Este diagrama al querer evocar la conciencia de que lo humano existe y operar en una dinámica que no implica ni pretende un acceso operacional o cognitivo a una realidad independiente del operar del observador en el observar, quiere evocar también el entendimiento del carácter biológico cultural del existir humano como continuo generador de mundos que son distintos modos de realización del vivir biológico en el convivir en el lenguajear. Los seres humanos podemos vivir cualquier mundo que generemos en nuestro lenguajear, y cualquier modo de vivir que vivamos puede transformarse en un linaje cultural si no nos destruye antes que sea aprendido por nuestros descendientes. Y estos distintos mundos que vivamos tendrán el carácter que les dé el emocionar que guíe el vivir en ellos. Y de todos los emocionares que podemos vivir, el único que nos puede guiar en el bienestar humano de la colaboración en la continua creación de un mundo humano ético, es el amar. En fin, este diagrama representa una síntesis conceptual del entendimiento de la dinámica operacional que entrelaza el fluir del vivir humano en la matriz biológica de la existencia humana, y que es el trasfondo reflexivo de nuestro operar presente en el Instituto Matríztico.

Humberto Maturana Romesín B

Instituto de Formación Matríztica B,

19 de Octubre de 2004


PRÓLOGO A LA EDICIÓN ORIGINAL

Desde que conozco a Humberto Maturana, hace casi medio siglo, siempre inicia sus conferencias –sin importar si tiene delante de sí a filósofos, físicos, terapeutas familiares, gerentes u otros–con las mismas palabras: "Siempre que hablo, hablo como biólogo". En estos fascinantes diálogos con el sensible e inteligente Bernhard Pörksen se mantiene fiel a esta tradición. El resultado es una amplia panorámica que abarca desde los intrincados problemas de la filosofía y lógica, hasta las cuestiones éticas fundamentales de la vida diaria. Las conversaciones están focalizadas en un punto central que es el punto de vista de la vida misma. Donde quiera que abra este libro, sumamente logrado, al momento de cerrarlo se sentirá enriquecido y estimulado.

Heinz von Foerster

Prof. h. c. Universität Wien

Prof. em. University of Illinois

Rattlesnake Hill,

febrero de 2002


AGRADECIMIENTOS

La primera vez que nos encontramos Humberto Maturana Romesín y yo, en mayo del 2000, fue en el edificio de la Universidad de Chile en el centro de Santiago. Allí, en su laboratorio, nació el proyecto de escribir un libro que presentara en forma de diálogo su neurosofía, aquella mezcla especial de pensamiento riguroso e indómito en el Iímite entre las ciencias naturales y la filosofía. En ese primer encuentro nos pusimos de acuerdo sobre los temas centrales y conversamos, cautelosos todavía (tratando de encontrar la forma adecuada), sobre el descubrimiento del observador y la biología del conocer. Sin embargo, una lluvia torrencial que dejó a medio Santiago bajo agua, convirtiendo al bote inflable en el medio de transporte más solicitado, impidió en ese momento que pudiéramos vernos más seguido. En marzo del 2001, y nuevamente en Santiago de Chile, realizamos las entrevistas decisivas de las cuales nació este libro. Nuestros debates y discusiones, de contenido muy diverso, siempre estuvieron centrados en un cambio crucial, una reorientación del ser al hacer, de la esencia de un objeto al proceso que lo origina. Humberto Maturana siempre parte de lo fundamental — con entusiasmo y rigor intelectual — sin importar si se trata de la época de la dictadura chilena, de la educación infantil, o de la teoría de la autopoiesis. Lo que le maravilla y quiere entender son las condiciones que generan y recién producen una realidad. Desde esta perspectiva, nada puede darse por inmutable o sentado; todo puede ser reducido y explicado a partir de su ontogénesis específica.

Al escribir este libro me he esforzado por mantener algo del espíritu y la dinámica de este pensar fascinado con los cambios y transformaciones. A su realización aportó decisivamente la editorial Carl-Auer-Systeme y especialmente Ralf Holtzmann y Klaus W. Müller, que me apoyaron con fe y un estimulante optimismo. También Wolfram K. Köck, quien tradujo el texto al alemán y cotejó conmigo el prólogo, me ayudó cada vez que habla dificultades de traducción. Matthias Eckoldt, Julia Raabe y Friederike Stock revisaron las primeras transcripciones y me hicieron sus observaciones críticas de un modo tan encantador que tomaron el carácter de inspiraciones. Sin Humberto Maturana mismo y su inagotable disposición para conversar, este libro – tal como usted lo tiene en mano – jamás habría resulta do. Sin su compromiso y confianza no habría sido posible escribirlo; por eso mis especiales y más cordiales agradecimientos van para él.

Bernhard Pörksen Hamburgo,

Febrero de 2002

No hay comentarios: