IV

ÉTICA DE UNA TEORÍA

I. BIOLOGÍA DEL AMOR

Las dos identidades del científico

Pörksen: Al final de su artículo Biology of Cognition, usted afirma que todo científico deberla preocuparse de las consecuencias de su trabajo, vale decir, de sus alcances éticos o no éticos. Esto indica que para usted, la investigación científica no es una actividad valóricamente neutral.

Maturana: Por supuesto que muchos científicos creen que son neutrales y no tienen nada que ver con el objeto de sus investigaciones. Yo no comparto esa opinión. La ciencia no es un dominio del conocimiento objetivo, sino un dominio del conocimiento que depende del sujeto y que está definido y determinado por una metodología que establece las cualidades del que conoce. No es la ciencia pura la que nos habla, sino que son los científicos quienes nos hablan y que son responsables de sus afirmaciones. Ningún científico describe un mundo objetivamente dado, una realidad trascendente, sino que capta lo que distingue y desea investigar; describe lo que le parece relevante y por lo tanto quiere observar, mostrar y comprobar experimentalmente de un modo determinado.

Pörksen: ¿Qué resulta de esta comprensión? O mejor dicho, ¿qué debería resultar?

Maturana: El científico que está consciente de que lo dicho es dicho por él, sabe también que su investigación no quedará sin consecuencias para otros seres humanos. Por lo tanto, tiene que mostrarla relación que existe entre su trabajo y la ética y el mundo en que vive. Idealmente debiera tener dos identidades: por un lado la del científico que tiene la tarea de explicar experiencias, y por lo tanto presenta mecanismos generativos, y por el otro lado la identidad de una persona que reflexiona sobre las consecuencias de su hacer.

Pörksen: Muchos científicos, cuando hablan de temas éticos se refieren a su responsabilidad social. Sin embargo, en su caso, el núcleo conceptual de sus reflexiones gira en torno a otra noción que parece insólita en este contexto, y que hasta el momento apareció sólo esporádicamente en nuestras conversaciones: el amor. ¿Cómo asocia usted ética y amor? ¿Qué es el amor?

Maturana: Siempre que observamos una conducta que lleva a que uno aparezca como un legitimo otro en coexistencia con los demás, estamos hablando de amor. El amor se trata de una emoción fundamental que podemos detectar en prácticamente todos los seres vivos (en especial en los mamíferos y humanos), yen el devenir de sus relaciones. Este elemento del amor, por lo tanto, está dado a priori, es el fundamento de nuestra existencia y la base misma sobre la cual nos movemos los humanos. Nos sentimos bien cuando nos preocupamos de otros. Afirmo que el amor es una característica de la convivencia humana. Nos abre la posibilidad de reflexión y se funda en una forma de percepción que permite visualizar al otro en su legitimidad. De este modo se genera un espacio donde la cooperación parece posible y nuestra soledad es trascendida: el otro cobra una presencia con la cual uno establece una relación de respeto.

Pörksen: Esta comprensión del concepto parece un poco dificil a primera vista. Cuando cotidianamente hablamos de amor, asociamos más bien imágenes de parejas románticas: caminar juntos por la playa, besarse, abrazarse. Pero no es eso a lo que usted se refiere.

Maturana: No necesariamente. Por supuesto que de vez en cuando uno abrazará a otra persona porque uno ve y siente que anhela un abrazo, pero cuando hablo de amor no me refiero a esta forma de intimidad amorosa. Quizás un ejemplo ayude: si usted camina por la playa y ve que un niño es arrastrado mar adentro por una ola, y sale corriendo y salva a ese niño de morir ahogado, entonces está actuando por amor. Pero si después empieza a retar al niño, ya no es una conducta amorosa: deja de ver el terror del pequeño y en cambio se está dejando guiar por sus propios miedos. La emoción que rige su actividad en ese momento es, por lo tanto, el susto que acaba de pasar. En cambio, una actitud basada en una percepción adecuada del niño consistirla en acariciarlo, consolarlo y enseñarle cómo puede moverse por la playa sin peligro.

Pörksen: ¿Hasta dónde llega esta aceptación amorosa que describe? ¿También vale para la relación entre hombre y animal?

Maturana: Podemos encontrar muchos ejemplos que demuestran que aquí también se dan conductas que llamamos amorosas. Es evidente cuando pensamos en un perro que salta y menea la cola y acto seguido nosotros lo acariciamos. Pero también se da un amor menos obvio entre hombre y animal. Aquí cabe una pequeña historia que me pasó en un viaje a Bolivia. Después de la cena estábamos en la sobremesa, fumando y conversando. De repente, una araña se deslizó por la mesa. Un comensal, alarmado, alertó a la dueña de casa: "Mira, ¡una araña!""No te preocupes", dijo ésta, "siempre viene después de la cena a juntar las sobras y después regresa a su escondite". Digo que esa mujer y esa araña vivían en una relación social donde cada una tenla una presencia legítima para la otra. La araña era dejada en paz, y ella aparecía sólo cuando ya no molestaba a los comensales. Lo que podía observarse era amor.

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