Explicación de la experiencia
Pörksen: Si usted reduce todas las experiencias a las distinciones de un observador, podríamos imaginarnos que el mundo configurado por este observador ni siquiera existe. Y quizás también las otras personas, podría seguir pensando, no son más que productos de fantasía e imaginaciones, quimeras de una conciencia solitaria. Así argumentan los partidarios del solipsismo epistemológico. ¿Les encuentra razón a los solipsistas?
Maturana: No, de ninguna manera. La razón está en que no estoy teniendo la experiencia de estar sólo, sino que en este momento experimento que los dos estamos juntos en mi casa, conversando. Y esa experiencia mía, o de otros, es mi punto de referencia. De ahí parten todas mis consideraciones y explicaciones. Por lo tanto no represento una postura solipsista; clasificar así a mi pensamiento serla completamente erróneo.
Pörksen: Usted no está solo. Estamos haciendo una entre vista. ¡Es esta vivencia de la entrevista la que le protege de caer en el solipsismo?
Maturana: Exactamente. Pero, podrá seguir preguntándome cómo explico mi experiencia de estar con otro, cuando no puedo distinguir lo que existe independientemente de mí. Buscando una respuesta me encuentro con que el lenguaje representa una forma de convivir. – ¿Quién convive? Respuesta: Los seres humanos conviven. Próxima pregunta: ¿Qué son los seres humanos? Y digo: Los seres humanos son aquellas entidades específicas que se distinguen en el proceso del convivir humano. Nuevamente se trata de una situación circular. Tampoco el ser humano es para mí un dato óntico u ontológico o una entidad apriórica.
Pörksen: Pero si no comprende al otro ser humano como algo dado, entonces también este entrevistador aparentemente sentado frente a usted podría ser una ilusión, una simple alucinación de su mente. Y en ese caso sí sería un solipsista.
Maturana: Esa no tiene que ser la consecuencia. Por su puesto que podría llegar a la conclusión que usted es una ilusión, que sólo me imagino su existencia, pero no por eso serla necesariamente un pensador solipsista. Si bien usted serla una ilusión, yo no tengo por qué ser un solipsista, porque mi vida diaria la comparto con mi señora. Y su existencia de ninguna manera tiene para mí el estatus de una ilusión.
Pörksen: Pero también sería imaginable que su señora y el resto del mundo no existiesen realmente.
Maturana: Si nos entendemos a todos como ilusión, entonces da lo mismo si nos entendemos como ilusión o no. Nuestra conversación en ese caso no tendría base. El que quiere definir una vivencia como ilusión, necesariamente tiene que apoyarse en algún referente no ilusorio que esté presente en el momento mismo de la vivencia. Sólo puedo repetir que mi punto de partida es la experiencia, y esta trata de lo que uno vivencia en un momento determinado y distingue precisamente en ese momento como un suceso perceptible. No me interesa la existencia o calidad de una realidad externa, ni hacer una defensa del solipsismo o de cualquier otra variante de la teoría del conocimiento, sino que quiero entender y explicar aquellas operaciones que generan nuestras experiencias. Y ahí se hace evidente que en el acto de explicar estas operaciones, aparecemos nosotros como aquellos objetos y entidades que estamos describiendo.
Pörksen: Usted no se define como solipsista y por supuesto tampoco es realista. Por lo menos en Alemania se le suele entender como constructivista, como representante de una postura intermedia entre los dos extremos de la teoría del conocimiento. Pero también los constructivistas clásicos parten de la existencia de una realidad externa, absoluta, aunque imposible de conocer en su configuración más original y verdadera. Sólo en el fracaso y desmoronamiento de nuestras construcciones se evidenciaría, según ellos, que no teníamos razón, que nuestras ideas no corresponden al mundo.
Maturana: Tampoco comparto este enfoque. ¿Cómo voy a demostrar que el enfrentamiento con la realidad que supuesta mente hizo fracasar mi construción, realmente ocurrió en algún momento? ¿Qué validez tiene una suposición así? ¿Cómo quiero comprobarla? Me parece que el colapso de una hipótesis es un suceso que frustra nuestras expectativas, nada más. O sea que yo no me veo como representante del constructivismo, no importa cuanta gente me clasifique así.
Pörksen: ¿Cómo se llamarla entonces? ¿Qué etiqueta va con su postura?
Maturana: Vacilo un poco con la respuesta, porque una etiqueta podría perturbar más bien la percepción y el análisis de lo dicho; el que es etiquetado no es visto. Pero si me pregunta por un label que me acomoda, a veces me denomino – claro que más bien en broma – como un superrealista que parte de la existencia de inumerables dominios de realidad, todos y cada uno igualmente válidos. Estas diferentes realidades justamente no son relativas porque la afirmación de su relatividad presupondría el punto de referencia de una realidad absoluta en la cual medir su relatividad.
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