El ser humano es imprescindible

Pörksen: La teoría de sistemas de Niklas Luhmann también podría ser una antropología negativa: frente al infinitamente multifacético objeto de la adoración, el ser humano, imposible de captar descriptivamente, humildemente se calla en silenciosa veneración.

Maturana: No creo, porque Niklas Luhmann optó por esta forma de descripción para hacer enunciados universales. Esa fue su razón, optó por un tipo de descripción con un carácter formal, comparable a un sistema matemático. Pero, ¿qué pasa cuando aparecen personas con sus predilecciones y aversiones, sus deseos y emociones? Amenazan la belleza de la descripción for-mal, hacen peligrar la elegancia del formalismo.

Pörksen: Sin embargo, la negativa a transformar al ser humano en elemento de la propia teoría podría interpretarse también como señal de un aprecio especial.

Maturana: Es posible, pero también un modelo así necesita a personas que estén en condiciones de reclamar y protestar contra su caracterización. Negándoles esa posibilidad, se está tratando a seres humanos como objetos libremente disponibles, por consiguiente tienen estatus de esclavos, o sea son obligados a funcionar sin que se les dé la posibilidad de reclamar si no les gusta lo que pasa con ellos. Este tipo de trato y desprecio de otros seres humanos es práctica corriente en ciertas empresas, comunidades y países que niegan al individuo. En un sistema social que no permite la queja y reclamo, excluyéndolos por principio, no se trata de un sistema social. Se trata de una tiranía.

Pörksen: Si le entiendo bien, la crítica que formula ahora tiene un fundamento ético. Eso quiere decir que en este momento de la conversación estamos saliendo de las objeciones de teoría del conocimiento y nos adentramos en el vasto campo de la ética. Se trata de la protección del individuo y del compromiso con los derechos del individuo.

Maturana: Imaginémosnos por un momento un sistema social que de hecho funcione autopoiéticamente: serla un sistema autopoiético de tercer orden que a su vez se compone de sistemas autopoiéticos de segundo orden. Eso significaría que cada proceso que tiene lugar en este sistema aporta necesariamente a la mantención de la autopoiesis en su totalidad y que – como consecuencia – desaparecen los individuos con sus características y sus distintas maneras de mostrar su presencia: están obligados a subordinarse a la mantención de la autopoiesis; lo que pasa con ellos no tiene mayor importancia, tienen que someterse para mantener la identidad del sistema. Una negación as( del individuo es una de las características de sistemas totalitarios. Fue Stalin quien les exigía a miembros disidentes del partido a abandonar sus posturas para no poner en peligro la unidad del partido. En cambio, al que aspira a una forma de convivencia democrática, de ningún modo pueden parecerle irrelevantes los individuos. Al contrario, son absolutamente centrales, completamente imprescindibles. Las cualidades de los individuos dejan su impronta en el sistema social.

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