VI. AUTOPOIESIS DE LO VIVO

Confrontación con la muerte

Pörksen: En el año 1944, el físico Erwin Schrödinger publicó un librito que se convirtió en un clásico de la historia de la ciencia. Su título es Was ist leben? (¿Qué es la vida?) Usted también se ha dedicado mucho a esta pregunta; como biólogo desarrolló una descripción de lo vivo, la teoría de la autopoiesis, que sigue levantando polvo en el mundo científico. Pero partamos por el principio. ¿Por qué le importó y fascinó tanto la pregunta de la definición de lo vivo? ¿Hay un motivo concreto, una experiencia intelectual clave?

Maturana: Para ser precisos, fueron varios motivos, varias experiencias clave que me inspiraron. Ha de saber que como niño estuve muchas veces muy enfermo, durante mi infancia la muerte fue uno de mis fieles acompañantes. Varias veces tuve tuberculosis y la gravedad de esta enfermedad fue lo que muy tempranamente me hizo reflexionar sobre la relación entre la muerte y la vida. Me acuerdo que a los catorce años escribí un poema sobre la diferencia entre un cadáver y una piedra; el cadáver no es igual a la piedra porque estuvo vivo. El hecho de ser vivo, por lo tanto, no es una cualidad de la materia. ¡Pero qué es el ser vivo, me preguntaba yo, si uno puede dejar de serlo?

Pörksen: Describe un cuadro dialéctico: en el enfrentamiento con la propia muerte, el ansia de vivir se hace consciente.

Maturana: Así puede decirse. En 1949 me encontraba en un sanatorio de la cordillera, nuevamente había enfermado de tuberculosis y no podía hacer ningún esfuerzo. Todo me estaba prohibido hacer, era la terapia de la época. Pero a escondidas leí dos libros. En Así habló Zaratustra, de Nietzsche, descubrí esa historia bellísima de la metamorfosis del espíritu, donde el espíritu se transforma primero en un camello, luego en un león, y finalmente en un niño. El niño es descrito como el primer movimiento: si alguna vez salgo vivo de este sanatorio, me dije, seré como un niño, será un inicio, un nuevo comienzo. Al final del libro de Julian Huxley, Evolution: The Modern Synthesis, me encontré con un capitulo donde dice que el progreso evolutivo consiste en una creciente independencia del medio. El ser humano aparece en este estudio como el ser vivo más independiente y por ende más avanzado. Ahí estaba yo en mi cama, completamente dependiente de mí medio, incapaz de salir del sanatorio, amenazado de morir, y sabía que Julian Huxley no podía tener razón.

Pörksen: Si le entiendo bien, la confrontación con la muerte lo llevó a preguntarse acerca de la esencia de lo vivo. Y Nietzsche y Huxley dieron respuestas que usted relacionó con su propia situación.

Maturana: Así fue. La vida, me decía yo, no tiene significado, no tiene sentido, no sigue ningún programa de progreso evolutivo. Mi conclusión, que suena tautológica, era que el sentido y fin de un ser vivo consiste en ser lo que es. El fin de un perro es ser perro, el fin de un ser humano consiste en ser humano. Me di cuenta que todo lo que le pasa a un ser vivo tiene que ver con él mismo. Si un perro me muerde porque le pisé la cola, me muerde porque quiere evitar el dolor. Vale decir que los seres vivos son autónomos, y necesariamente tienen que tener un Iímite, un borde, una demarcación de lo que es y lo que no es de ellos.

Pörksen: En la biología se ha hecho costumbre definir la vida confeccionando una lista de sus cualidades esenciales. Por ejemplo, se dice que lo vivo tiene la capacidad de procrearse y desplazarse. ¿Por qué a usted no le bastó una lista de atributos?

Maturana: Porque con ese procedimiento no hay cómo establecer cuándo el catálogo de posibles características y criterios está completo. En 1960 – esa fue otra experiencia clave – un estudiante de mi curso me preguntó qué fue lo que empezó hace cuatro mil millones de años como para poder decir hoy que fue el comienzo de la vida. La pregunta me hizo sentir bastante incómodo porque no podía contestarla, y le pedí al estudiante que volviera al año siguiente; entonces estaría en condiciones de darle una respuesta. Pero a medida que iba pensando, me preguntaba: ¿cómo sabe uno que ha encontrado la respuesta correcta? ¿Cómo puede estar seguro de que lo vivo está suficientemente definido enumerando la reproducción, el desplazamiento, una determinada composición química o una combinación de estas características?

Pörksen: Se plantea el problema: ¿Cómo justificar que uno ha encontrado todas las cualidades esenciales?

Maturana: En rigor, el que hace una lista así, en el fondo supone que ya conoce las posibles características, porque sólo quien ya conoce la respuesta – que dice estar recién buscando – sabe cuándo es hora de cerrar la lista. Pero yo quería llegar a una comprensión de los sistemas vivos donde no sea necesario compilar y enumerar todos los procesos y elementos involucrados. Buscaba una forma de organización que fuese común a todos los sistemas vivos, independiente de los elementos especiales que los componen, e independiente de su estructura específica.

Pörksen: ¿Cómo Llegó entonces a desarrollar esa teoría que se hizo muy conocida bajo el nombre de autopoiesis?

Maturana: Mi propio pensar pasó por varias etapas. Primero hablaba de sistemas que no tienen ningún fin fuera de sí mismos; todo lo que hagan siempre será significativo dentro de su propio ser. Estos sistemas autorreferentes los delimité de los sistemas alorreferentes, cuya característica esencial es que su fin está fuera de sí mismos. Un sistema alorreferencial serla por ejemplo el automóvil: su objetivo y fin consiste en ser usado como vehículo para llegar de un lugar a otro. Pero en realidad, no me gustaba demasiado el concepto de la referencia porque con él siempre se describe una relación entre varios elementos, y yo no quería describir patrones relacionales, sino entender los procesos de un sistema a partir de sí mismo. Por eso busqué un concepto que permitiera distinguir con mayor claridad los procesos que en definitiva llevan a la autorreferencia.

Pörksen: En el fondo quería que su teoría de lo vivo tuviese vida.

Maturana: Me urgía encontrar una definición de lo vivo que fuese inseparable de la realización de lo vivo. Mi pregunta, aunque habla leído el libro de Erwin Schrödinger, no era lo que la vida es, sino que quería saber qué es lo que constituye un sistema vivo. Mi objetivo era descubrir aquella configuración de procesos, aquella dinámica molecular cuyo resultado es un sistema vivo, como por ejemplo una célula. ¿Qué tiene que pasar para que se origine un sistema vivo? En el fondo, por lo menos conceptualmente, quería crear un sistema vivo; esa era mi meta.

Pörksen: Quería jugar a ser Dios.

Maturana (ríe): No quería jugar a ser Dios, quería ser Dios.

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