Escuchar el escuchar
Pörksen: ¿Entonces usted opina que — suponiendo que el profesor tiene talento de presentación — cualquiera puede ser entusiasmado?
Maturana: Naturalmente. Me acuerdo bien de una maestra que un día asistió a uno de mis seminarios. Mis ideas le gustaron mucho, me dijo, pero ella estaba obligada a enseñarles gramática a sus alumnos, una tarea decididamente ardua y aburrida. Le dije que si ella estaba convencida de que las clases de gramática inevitablemente eran aburridas y pesadas y no contribuían a un nuevo entendimiento del propio lenguajear, eso era lo que les estaba trasmitiendo a sus alumnos. Por supuesto que no pude ni quise decirle lo que tenla que hacer, porque inmediatamente me habría contestado: "Pero si eso lo probé hace rato — ¡no funciona!". Pero una cosa le dije muy claramente: "Si usted se ama tan poco a sí misma y a su trabajo, entonces también sus estudiantes odiarán la gramática". Ella misma era la que tenla que cambiar su actitud interna porque los alumnos captan enseguida si un maestro está convencido y entusiasmado de su materia.
Pörksen: Pero la pregunta es si realmente cada uno se interesará por todo.
Maturana: Ese no es el problema. Los niños están dispuestos a interesarse por todo, claro, siempre que no haya alguien que les diga y sugiera: "Las matemáticas son aburridas, la gramática es forre, la biología no es interesante". El que Llega a creer eso se bloquea. Y por supuesto siempre está la tarea de relacionar las distintas materias con la vida cotidiana del alumno y visualizar una pregunta que sea importante para él.
Pörksen: ¿Pero no quedará siempre una cantidad de materia que por economía de tiempo uno, Lisa y llanamente, tendrá que memorizar sin conocer su relación más profunda con el propio vivir? El psicólogo Ernst von Glasersfeld propuso una vez la distinción entre training y teaching, entre el adiestramiento, el memorizar, y la construcción activa, creativa de conceptos e ideas. Su tesis es que ambos elementos deben estar presentes en su justa medida.
Maturana: Un maestro necesariamente necesita cierta flexibilidad para elegir el procedimiento adecuado de acuerdo con la situación. Y por supuesto que de vez en cuando uno tiene que memorizar algo y ejercitarlo una y otra vez. Pero este simple repaso perfectamente puede contribuir al entendimiento porque agudiza la mirada y va acompañado de nuevos conocimientos. De repente a uno se le hace más fácil resolver las ecuaciones que estaba trabajando después de haber lanzado la pelota de básquetbol al aro unos cientos de veces; los músculos cambian, el lanzamiento se hace más preciso. Si se devalúa esta práctica como una rutina inevitablemente monótona, se le está dando un significado adicional que no tiene.
Pörksen: ¿Usted piensa que sólo los buenos maestros pueden enseñarnos algo? Una mañana apareció en un muro del colegio donde yo estudiaba, la frase: "Tuvimos malos profesores. Fue una buena escuela". Me parece que es cierto, porque también existe una dialéctica del aprendizaje. Se puede aprender algo — especialmente también en la confrontación con estos ejemplos negativos — y aprovecharse en este sentido incluso de funcionarios resistentes al entusiasmo.
Maturana: Yo lo veo de otra manera. Que algunos alumnos por lo visto se las arreglan incluso bajo condiciones inaceptables, de ninguna manera indica que los malos maestros les estén ayudando. En todo caso, un niño que se ve confrontado con desprecio y crueldad, necesita un espacio donde pueda respetarse a sí mismo y al otro. Un psicólogo peruano demostró en un estudio que basta un solo adulto que confíe plenamente en el niño: le allana el camino para respetarse a sí mismo. Y quizás sean los propios padres quienes crean en este niño despreciado por sus profesores, que confíen en 61 y le amen. Recién este respaldo le permitirá orientarse, aprender a no desesperar y quebrarse, a pesar de su terrible situación. En ese caso, la escuela no puede hacer demasiado daño. Pero si falta ese hogar, ese apoyo y estimulo paternal para una existencia autónoma, la escuela está doblemente exigida: ¿dónde si no aquí el niño puede desarrollar confianza en sí mismo?
Pörksen: Hace poco usted fundó un instituto en Santiago de Chile que se ocupa especialmente del perfeccionamiento docente, ¿qué recomendaciones da a las personas que asisten a sus cursos?
Maturana: La distinción de dos tipos de escuchar me parece ser de importancia fundamental al momento de enseñar. Por un lado, uno puede preguntarse cada vez que le dicen algo, si uno está de acuerdo con lo dicho. El interés central y muy difundido de nuestra cultura es establecer enseguida el grado de coincidencia con las propias opiniones. Pero el que escucha de esta forma, realmente no está escuchando al otro, sino que sólo a sí mismo. La otra manera de escuchar gira en torno a la pregunta bajo qué circunstancias lo dicho tiene validez. ¿En qué dominio de realidad tiene validez? ¿Me gusta el mundo que se está configurando aquí? A los profesores que asisten a mis seminarios les recomiendo una enorme paciencia y realmente escuchar a sus alumnos y escuchar su propio escuchar. Ellos mismos se convierten entonces, cuando respetan a otros y les abren un espacio de legítima presencia, en seres amantes en el devenir relacional. ¿Qué escucha el niño realmente, cabe preguntarse, cuando uno está hablando con él? ¿Qué percibe? ¿Teme un acto de agresión? ¿Se siente confrontado con una amenaza? ¿O se siente invitado a la colaboración?
No hay comentarios:
Publicar un comentario