La doble mirada
Pörksen: Pero esta interpretación del acontecer neuronal ¡no lleva inevitablemente a una negación del mundo exterior, motivada biológicamente? Además, cuando uno le escucha, no está lejos la sospecha del solipsismo: el sistema nervioso existe, si le interpreto correctamente, en una soledad cognitiva absoluta. Flota como en un vacío.
Maturana: Nuevamente tengo que rechazar la clasificación de mi enfoque como solipsista. Repito: como observador que soy no niego la experiencia de un mundo exterior, la experiencia de nuestro diálogo, la experiencia de que el otro existe; pero sí niego vehementemente que tenga sentido relacionar las operaciones del sistema nervioso con este mundo exterior y sus características, o derivarlas de él. El sistema nervioso opera como una red cerrada de correlaciones cambiantes de actividad neuronal que cada vez llevan a sucesivas correlaciones cambiantes de actividad neuronal. Para su operar como sistema, solamente existen sus propios estados internos; sólo el observador es capaz de distinguir un dentro y fuera, o input y output, y como consecuencia afirmar que el estimulo externo actúa al interior del organismo, o a la inversa diagnosticar una acción del organismo sobre el mundo exterior. Lo que es descrito como conducta adecuada es el resultado de una relación establecida por el observador: éste atribuye al organismo y al sistema nervioso las características de un mundo exterior que no son parte del operar del organismo ni del modo de operar del sistema nervioso.
Pörksen: Pero el que habla de lo cerrado de un sistema puede descuidar la existencia del mundo exterior, puede negarlo, rechazarlo.
Maturana: La hipótesis de la red cerrada se refiere a la dinámica interna del sistema nervioso. Describe su modo de operar y no tiene nada que ver con la pregunta si – independientemente de lo cerrado del sistema – existe un mundo exterior o si tenemos que tomar la realidad como ilusión. Ese ya no es el problema. Una vez aceptado que no existe ninguna posibilidad de hacer afirmaciones comprobables acerca de una realidad independiente del observador, uno ya hizo la transformación fundamental de la propia epistemología: a partir de este instante, todas las formas de observación y explicación aparecen como expresiones de operaciones de sistema, de cuya generación uno puede ocuparse ahora. Tuvo lugar una reorientación, un cambio del ser al hacer, una transformación de las preguntas filosóficas clásicas.
Pörksen: El discurso del sistema nervioso cerrado y la visión externa de un observador, lleva, si le entiendo bien, a la distinción de dos perspectivas de observación. Por un lado, un observador describe acciones externas sobre un sistema y construye correlaciones entre estimulo y reacción, input y output, causa y consecuencia, y por el otro lado, el sistema – sin influencias externas – opera de la manera que le es propia.
Maturana: Así es. El dominio fenomenológico de la fisiología o dinámica interna por un lado, y de la conducta o los movimientos detectables en un medio por el otro lado no se solapan; no es posible establecer una relación entre ellos. No se pueden derivar los fenómenos de un dominio de los del otro.
Maturana: ¿Puede aclararnos estas ideas con un ejemplo?
Maturana: A veces hablo del vuelo ciego con instrumentos cuando quiero deslindar la dinámica operativa interna de un sistema, de lo que pasa en el ámbito de las interacciones donde el sistema actúa como totalidad. Imaginémosnos un piloto en su cabina; está volando su avión en completa oscuridad, no tiene acceso directo al mundo exterior y tampoco lo necesita porque actúa sobre la base de parámetros e indicadores. Cuando cambian los valores y se dan determinadas combinaciones, opera sus instrumentos, o sea establece correlaciones sensóricoefectóricas para mantener los valores dentro de ciertos márgenes. Después del aterrizaje, puede ser que amigos y colegas que estuvieron pendientes de su vuelo se acerquen y le feliciten por su valor y le hablen de la densa neblina y la fuerte tormenta que acaba de cruzar. El piloto está confundido, y pregunta: ¿Qué neblina? ¿Qué tormenta? ¿De qué me hablan? ¡Si no hice más que operar mis instrumentos!" Es evidente: el acontecer externo fue irrelevante y sin significado para la dinámica que ocurría dentro del avión.
Pörksen: Con este ejemplo del piloto ¿quiere insinuar también que todos estamos encerrados en nuestras propias cabinas de mando o en nuestros propios mundos? Más drástico aún, está diciendo que como seres cognoscentes somos como ese piloto? Porque si as( fuera, digo yo, ni siquiera podríamos hacer esta afirmación. Tampoco podemos conocer los límites del propio conocer, porque si no dejarían de ser límites.
Maturana: Correcto. Hay una sola condición que nos permite darnos cuenta de nuestra ceguera: tenemos que ver y conocer, es decir que al comprender nuestra propia ceguera, dejamos de estar ciegos. Pero el ejemplo no trata de eso. Los así llamados límites del conocer ni siquiera existen para el piloto en la situación dada donde simplemente maneja sus instrumentos. Lo decisivo es que se necesita un observador que pueda hablar de un limite porque tiene acceso a su propio dominio y al dominio de la dinámica interna de la cabina; tiene que comparar con una doble mirada el acontecer al interior de la cabina de mando con las condiciones del mundo exterior, para luego interrelacionar, en un dominio generado por él, lo que ha visto en los distintos dominios. Sus afirmaciones son el resultado de esta doble mirada.
Pörksen: Pero este observador que describe el límite de percepción del piloto encerrado, es en realidad un realista: conoce la realidad que el hombre en la cabina desconoce, o por lo menos él percibe lo que realmente sucede.
Maturana: Pero ¿de dónde va a saber este observador si él mismo no se encuentra en una cabina dentro de la cual hay un mundo en el cual hay pilotos sentados en una cabina que uno puede observar con la doble mirada? Sólo si estuviese absolutamente seguro de eso, podría hablar de la limitación del saber. Sólo en ese caso estarla en condiciones de detectar los limites del conocer, y en ese caso, si continúa pensando consecuentemente, tendría que definirse como representante de una posición realista que parte de ciertos datos objetivos. Yo en cambio diría que este observador compara dos grandes dominios de distinciones, pero no un mundo real y otro solamente construido. Como por un hoyito en la pared del avión, ve actuar al piloto en su interior; por fuera, en cambio, percibe al avión como una totalidad en relación con su campo de operación.
Pörksen: Usted dice que la tesis de que el sistema nervioso es un sistema abierto, es resultado de una perspectiva determinada que un observador elige. Pero, ¿acaso la afirmación de que el sistema es cerrado es imposible de describir adecuadamente con conceptos como input y output, no es también resultado del enfoque de un observador? Ambos supuestos no pueden ser correctos al mismo tiempo. Se contradicen fundamentalmente.
Maturana: Ya que efectivamente se trata de distintos enfoques, también se generan distintas descripciones. Y a pesar de eso, ambos no son igualmente válidos: el que quiere descubrir cómo trabaja el sistema nervioso y lo toma como sistema abierto, tendrá una aproximación que no lo llevará a ninguna parte, porque como observador afirmará que la forma de operar del sistema puede ser interpretada dependiendo de un input. Lo que en el mundo exterior reconoce como estimulo externo, adquiere enorme importancia y lo lleva a no ver la dinámica propia del sistema y a mezclar el dominio de sus explicaciones con el dominio de la dinámica interna del sistema. Pero esa mezcla de los dominios no constituye una explicación adecuada del funcionamiento del sistema nervioso. En cambio, el que entiende al sistema nervioso como una red cerrada, es capaz de entender su modo de operar y de darse cuenta cómo los cambios estructurales de un organismo que está de acuerdo con las circunstancias respectivas, generan cambios estructurales del sistema nervioso y finalmente un cambio conductual del organismo. Deja de hablar del flujo de informaciones y se pregunta cómo es la notable relación estructural entre las actividades del sistema nervioso, el cuerpo del organismo, y las circunstancias externas que él – el observador – percibe en su relación con el organismo.
Pörksen: ¿Qué significa en definitiva entender al sistema nervioso como cerrado? De ninguna manera puede significar un completo aislamiento del medio porque siempre tiene que haber intercambio de materia y energía. Si el intercambio cesa por algún motivo, el organismo colapsa y perece. Pero eso significa que las influencias externas son imposibles de suprimir; cada ser vivo depende existencialmente de ellos.
Maturana: Ahora está argumentando como físico, partiendo de los conceptos de la termodinámica. Por supuesto que el sistema nervioso de un organismo tiene que estar abierto al flujo de energía y materia, eso está clarísimo. Si no, las células mueren. Si hablo de cerrado no es en un sentido físico, sino en relación con una dinámica interna: pase lo que pase en un dominio, pasa dentro de ese dominio y queda ahí; se trata de las operaciones que un sistema realiza, que definen sus bordes y lo convierten en una entidad determinada. O sea que lo cerrado en el caso del sistema nervioso significa que sus estados de actividad llevan a sucesivos estados de actividad, han sido gatillados por estados de actividad, y todos permanecen dentro de la red neuronal.
Conocer es Vivir
Pörksen: En esta conversación describió los desafíos intelectuales que transformaron completamente sus conceptos epistemológicos. Ahora quiero preguntarle cómo se puede entender y describir el proceso del conocer, suponiendo que el sistema nervioso es una red cerrada que sólo obedece a sus leyes internas. ¿Qué es conocer?
Maturana: Conocer es para mí la observación de una conducta adecuada en un dominio determinado, y no la representación de una realidad apriórica, no un procedimiento de cálculo basado en las condiciones del mundo exterior. Cuando un animal o un ser humano se conduce de manera adecuada y coherente con las circunstancias especificas, o cuando un observador Llega a la conclusión que está percibiendo una conducta adecuada en una situación observada por él, entonces este observador dice que tal animal o tal persona conoce; que tiene conocimiento. Por lo tanto, el conocimiento – dicho de otra manera – es la conducta considerada adecuada por un observador en un determinado dominio.
Pörksen: Su descripción del proceso circular del conocer desemboca en una definición circular del conocer y del conocimiento, en la que se vuelve a reflejar la arquitectura completa de su teoría: también el conocer es conocido y constatado por un observador; por lo tanto, el conocimiento aparece como un constructor independiente del observador, mas no una dimensión objetiva.
Maturana: Esa es la idea, exactamente. Es un observador quien interpreta de esta manera la interacción de un organismo con su medio y constata una conducta adecuada. Es él quien atribuye conocimiento al sistema observado y evalúa las acciones de éste como indicio de operaciones cognitivas, porque las considera convenientes y adecuadas. También la preservación de la vida es, en este sentido, expresión del conocer, manifestación de una conducta adecuada en el dominio de la existencia. Aforísticamente hablando: Vivir es conocer. Y conocer es vivir.
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