Todos los seres humanos son igualmente inteligentes
Pörksen: Durante toda su vida académica, usted se dedicó sobre todo a la investigación y no a la docencia. Igual le pregunto, ¿qué le ha significado el trabajo con sus estudiantes? Porque por ahí en las universidades se escucha que serla bueno terminar con la unidad de investigación y docencia: los estudiantes simplemente no estarían a la altura, y por lo menos los investigadores top deberían estar liberados de la docencia.
Maturana: Eso no me parece deseable en absoluto. Para mí la docencia siempre fue extremadamente importante porque, inspirado por las preguntas inteligentes de los estudiantes, los seminarios eran para mí como una especie de laboratorio donde ensayaba diferentes acercamientos al tema. No me aburrí jamás. Bien vista, cada pregunta que sale puede ser interesante y llevar a nuevas ideas. Además no comparto el desprecio por los estudiantes porque, visto fundamentalmente, soy de la opinión que todos los seres humanos son igualmente inteligentes.
Pörksen: ¿Es cierto eso? Algunos son un poco más iguales que iguales, y un poco más listos que otros.
Maturana: No. La inteligencia se manifiesta en la capacidad de variar la propia conducta en un mundo cambiante. Cada vez que uno califica como inteligente a un ser vivo, en realidad está diciendo que está transformando su actuar de manera adecuada. Como seres que vivimos en el lenguaje, necesitamos y poseemos una plasticidad del actuar tan gigantesca que con toda razón podemos afirmar que este sólo hecho de existir en un dominio de coordinación de coordinaciones conductuales, hace que todos seamos seres vivos igualmente inteligentes. Por supuesto que hay diferentes experiencias y preferencias, intereses y también habilidades, eso es cierto, pero sostengo que cada persona, si es que lo desea, es capaz de aprender lo que otro pudo aprender.
Pörksen: Eso suena como si cada uno pudiera transformarse en un Albert Einstein, un Icono de la inteligencia sobresaliente.
Maturana: No todos llegarán a ser un Albert Einstein, pero todo el que quiera hacerlo, puede aprender lo que Albert Einstein aprendió y enseñó. Por supuesto que no tomará el mismo camino que Albert Einstein, tampoco inventará los mismos conceptos y teorías, porque esto presupondría vivir en el mismo entorno y tener experiencias idénticas. Y por supuesto que una persona que ha elegido una forma de vida y un camino profesional, se autolimitará en sus habilidades restantes. Si quiero hacer carrera como fisioculturista, me concentraré en ciertas exigencias, sin siquiera considerar otras. Pero esto no significa que este fisioculturista que se ha decidido por una forma de existencia bien determinada, carezca de una inteligencia fundamentalmente dada.
Pörksen: Pero entonces, ¿cómo explica que estas personas iguales en inteligencia no sean todas igualmente exitosas? Porque la mayoría de los tests que se pueden hacer se basan en la hipótesis que es un indicio de inteligencia el éxito al contestar una cantidad de preguntas.
Maturana: Lo que miden los tests de inteligencia y lo que se prueba, es el grado de inclusión en una cultura. Yo digo que las emociones son lo que determinan si, o en qué grado, uno es capaz de utilizar sus propias capacidades y su inteligencia fundamental. La emoción de cada momento es lo que modula decisivamente la conducta inteligente. Quizás alguien simplemente no puede concentrarse porque tiene miedo; en todo caso se conducirá de otra forma que alguien que está deprimido o que derechamente está aburrido y tiene otros intereses. Y por último, toda una gama de predilecciones y habilidades resulta de la situación especial de cómo uno se crió. ¿Fue amado como niño? ¿Lo tomaron en cuenta? ¿Tuvo alimento suficiente? Reitero: la inteligencia no la entiendo como una actividad determinada, sino como una capacidad general para moverse con flexibilidad y plasticidad interior en un mundo cambiante.
Pörksen: Pero sin duda existe la experiencia de que uno se esfuerza y agota por entender algo, y a pesar de eso no hay caso.
Maturana: Si usted tiene que esforzarse y agotarse, podría ser una señal que en el fondo se está aburriendo. Y en realidad, por qué habría de ocuparme de ciertos temas? ¿Solamente para demostrarle a alguien que soy inteligente? ¿Para qué otros fines podrían servir los conocimientos que estoy adquiriendo con ese fin? Si estas son las preguntas que me mueven, quizás sea hora de internarme en un ámbito que realmente me interese y donde me guste actuar con la atención correspondiente. Pero también es pensable que esté bloqueado por miedo: un niño puede temer el castigo del profesor, y apenas pisar la escuela es torturado por el miedo al fracaso. Si ese es el caso, entonces amor, respeto y confianza serán lo que le ayudará.
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