Mantener la autoestima

Pörksen: Sus experiencias de los años de dictadura son muy importantes para m( porque creo que ahora le entiendo mejor. No defiende un heroísmo a ultranza que pone en peligro la vida, tampoco declara culpable al que se somete, sino que aboga por un máximo de conciencia en relación con el poder.

Maturana: Por supuesto que sí. Puede ser muy necio no someterse por un tiempo y no esperar hasta que se dé una buena oportunidad para la resistencia. A mí sólo me importa aceptar la propia responsabilidad e invitar a otros a actuar conscientemente. ¿Deseo ese mundo que se despliega cuando le concedo poder a otro? ¿Quiero ante todo sobrevivir? ¿Rechazo de manera categórica e incondicional ese mundo que surge del ejercicio del poder?

Pörksen: ¿Cree usted que este estado de conciencia diferente es realmente lo decisivo? Podría objetarse que la sumisión inadvertida y la sumisión consciente tienen la misma consecuencia: el dictador se mantiene en el poder.

Maturana: Este estado de consciencia diferente es decisivo porque es el que permite fingir. Fingir significa aparentar una emoción sin tenerla. Uno se mantiene como un observador que guarda una distancia interior y que algún día volverá a actuar de otra manera. Significa que la capacidad de percepción del que está fingiendo no se destruye; que su autoestima y dignidad permanecen intactas. Y sobre la base de estas experiencias decisivas y muy significativas, la persona puede construir una vida distinta. El que abandona esta actitud de relación consciente con el poder, está perdido. Ha optado por la ceguera.

Pörksen: ¿Cómo puede uno estar seguro de que la suposición de sólo estar fingiendo y observando no sea simplemente un autoengaño especialmente sutil?

Maturana: En efecto, eso me parece un problema difícil. Y se pone especialmente peligroso cuando uno afirma que es inmune contra las tentaciones del poder. El que dice eso está ciego frente al peligro de ser seducido, frente al placer que da el ejercicio del poder, frente a las satisfacciones del control incontrolado. Mi opinión es que uno jamás deberla creerse algo especial en el sentido moral o en cualquier otro sentido, porque en ese caso no está mentalmente preparado para la situación que podría convertirlo en un torturador. Creo que, dada la situación, el que se considera inmune se transformará más fácilmente en torturador, porque no está consciente del peligro que representa la propia "seductibilidad". Cualquier cosa horrible o maravillosa que un ser humano es capaz de hacer, otro – que podría ser uno mismo – también puede hacerlo. Aceptar esto permite llevar la propia vida de manera consciente y decidir si uno quiere comprometerse con la democracia o con la dictadura.

Pörksen: Durante los 17 años de la dictadura chilena, usted fue siempre también docente académico y trabajó con sus estudiantes. ¿Cuán abiertamente podia actuar en la universidad? ¿Cómo hacía las clases?

Maturana: En el mismo año 1973 inventé un ciclo que llamé Biología de la cognición, del que más tarde resultó el libro El árbol del conocimiento. Ofrecí este ciclo año tras afio, describiendo el camino desde la célula aislada hacia lo social. Evité siempre atacar al gobierno de cualquier manera directa o agitar políticamente, ese no era mi tema. Sin indicar a mis estudiantes una dirección determinada, sí quería estimularlos paso a paso para la reflexión.

Pörksen: Si le entiendo bien, usted quería darles una gula del pensamiento autónomo. ¿Puede darnos un ejemplo de sus clases que ilustre su proceder?

Maturana: Una vez, por ejemplo, hablé de mi concepto de que el poder es concedido a alguien por medio de la obediencia. Nadie tiene poder, dije, sino que lo recibe porque el otro se somete y obedece a sus exigencias. Habla llevado a la clase una pistola de juguete de aspecto bastante realista: "Con esta pistola", dije a mis estudiantes, "los puedo matar". Señalé a una alumna: "¡De pie, si no te mato!". Se puso de pie a pesar de que naturalmente sabia que jamás la asesinarla. "¡Ven al medio de la sala!" Vino al medio de la sala. "¡Acuéstate en el piso!". Se acostó en el piso. "¡Sácate la ropa!". La joven saltó exclamando: "¡No! ¡Eso no!" Esperé un momento y después dije: "Fíjense, su negativa a obedecerme acabó con mi poder. Mi poder se basa en su disposición a someterse, y no en el hecho de que yo esté apuntándole con una pistola". Como ve, no les decía a mis estudiantes qué debían hacer, sino que trataba de prepararlos para otras opciones de pensar y percibir. Sostengo: El que defiende un determinado modo de vida y quiere que éste se traduzca y refleje en sus relaciones, deberla vivirlo sin titubeos. Esperar no sirve.

Pörksen: Según su hipótesis, sistemas estructuralmente determinados – los humanos – son manipulables sólo hasta cierto punto; se los puede irritar, pero no controlar. La coerción por principio aparece como sin chance. Mi tesis es que usted desarrolló una epistemología que despoja al ejercicio de poder dictatorial de su base conceptual.

Maturana: Con esta tesis estoy muy de acuerdo, y agrego que destruyo la base ideológica de la dictadura, porque mis trabajos permiten entender mejor la esencia de la democracia. La democracia, creo yo, debe ser creada cada día de nuevo, como un espacio de convivencia donde son posibles la participación y cooperación sobre la base de la autoestima y el respeto mutuo.

Lo primero que una dictadura destruye son la autoestima y la autonomía del individuo, porque a cambio de permitirles seguir viviendo exige sumisión y obediencia.

Pörksen: ¿Es posible que la inmensa popularidad que sus ideas gozan en la actualidad tenga que ver con el tan mentado fin de las ideologías y la implosión del socialismo real?

Maturana: Esa relación existe. Lo que escribí da una nueva base a la posibilidad de autoestima que las dictaduras fundamentan. Lo que los lectores pueden sacar en limpio de mis trabajos es que uno inevitablemente participa en la creación del mundo en que vive. Esta forma de ver las cosas, que invito a compartir sin ningún tipo de presión o exigencia, dignifica al individuo. Y quien se siente digno y respetado tiene la posibilidad de estimarse y respetarse a sí mismo; puede asumir la responsabilidad por lo que hace.

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